¿Cómo salir de la depresión? Ejemplos bíblicos
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La depresión ha sido definida por la Organización Mundial de la Salud como una emoción o sensación de desanimo, tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos negativos sobre si mismo, problemas con el sueño y el deseo de comer, cansancio y falta de concentración, la cual se asienta principalmente en nuestra mente y que en algún momento afecta a todos los seres humanos, hasta el punto que le puede llevar al suicidio.
Nos sorprende saber que desde personas tan espirituales como el reconocido predicador Charles Spurgeon, hasta personas tan exitosas como el famoso actor Robbie Williams, han padecido este problema, aunque en diferentes formas.
Las diferentes aristas que conciernen a la depresión, nos llevan a ver que no hace distinción de edad, género, estilo de vida o situación económica, se presenta en diferentes niveles, y que es un tema que ha sido discutido y tratado por diversas fuentes como los médicos, la ciencia, la espiritualidad o la sociología, por tanto para una mayor profundidad y tratamiento será necesario revisar cada caso y enfoque, Pero… ¿Que dice la Biblia acerca de la depresión?
Siendo la depresión una condición tan común en el ser humano, la palabra de Dios no nos oculta los eventos en que diferentes hombres de Dios han sufrido de la misma, entre los cuales podemos recordar, entre tantos casos, la aflicción de Job, el llanto amargo y sin consuelo de Pedro, la prolongada tristeza de Jacob por la pérdida de su hijo José, la amargura de Nohemí, el llanto e incertidumbre de Jeremías, casos dentro de los cuales se destacan los siguientes:
a) ELIAS: Es quizás el principal referente Bíblico que llega a nuestra mente cuando pensamos en un caso de depresión. Este hombre vio muchos milagros y días antes de su depresión vio descender fuego del cielo, mató a muchos profetas falsos y logró que Dios respondiera su intenso clamor por lluvia. Lo sorpréndete del caso de Elías, es que el hecho de ser un profeta de Dios, no lo exoneró de sufrir la penumbra de la soledad y el temor. Esta situación tuvo origen en la amenaza de muerte que Jezabel le hizo llegar por un mensajero, lo que le llevó a sentirse en peligro y a huir al desierto con la idea de proteger su vida.
Los síntomas de la depresión de Elías son claros al encontrarse que buscó estar solo en el desierto y en una cueva, le pidió a Dios que le quitara la vida, pero al mismo tiempo temía perderla, pasó por largos periodos de sueño y de falta de apetito. En medio de esta tribulación Dios envió en dos ocasiones a un ángel para que lo levantara de su sueño, y le diese de comer y de beber, a través de ese mismo Ángel Dios le recordó a Elías que su historia aun no terminaba y que todavía le faltaba un largo camino por recorrer. La depresión de Elías no duró dos días, el estado anímico que lo inundó, lo agobió a lo menos dos meses hasta que tuvo un encuentro con Dios. En dicho encuentro, Dios no hizo presencia con palabras de consolación o de ánimo, sino de ubicación: ¿Qué haces aquí, Elías?, lo ubicó geográficamente, en propósito, y en identidad, le hizo caer encuentra que estaba literalmente metido en una cueva, que Dios no lo había mandado a estar en esta cueva, y finalmente le recordó su nombre “ēliyahū”, que significa “Mi dios es Yahvé”.
La revelación de Dios que sanó a Elías, no fue la de un Dios grande y poderoso que como el viento, un terremoto o el fuego estremece todo a su paso, fue la de un silbo apacible y delicado, fue el contraste entre el Dios que hace descender fuego del cielo, pero al mismo tiempo es comprensivo, compasivo y cuidadoso, que no le perdió la vista durante todo el tiempo oscuro al que la depresión lo llevó, que cuidó de sus necesidades físicas y materiales al proveer el sustento requerido, y que finalmente lo reorientó y confirmó en propósitos sin importar su condición.
b) JONAS: Dios le habló a Jonás para encomendarle la misión de proclamar su palabra en la ciudad de Nínive, pero al negarse a ello, pasó por diferentes dificultades que lo llevaron hasta resultar en el vientre de un gran pez, en el que clamó y Dios lo salvó. Finalmente Jonás obedeció al llevar el mensaje de salvación a Nínive, pero sucedió lo que él presentía y más temía, pues después de su predicación las personas se arrepintieron y Dios por tal motivo no envió la destrucción por él profetizada. El sentimiento de frustración llevó a Jonás a sentirse “apesadumbrado” en extremo, lo cual concluyó en un fuerte enojo. Jonás también le pidió a Dios que le quitara la vida, el hecho de que las cosas no salieran como él quería, lo llevó a pensar que lo mejor para él en ese momento era la muerte.
Siendo la depresión una condición tan común en el ser humano, la palabra de Dios no nos oculta los eventos en que diferentes hombres de Dios han sufrido de la misma, entre los cuales podemos recordar, entre tantos casos, la aflicción de Job, el llanto amargo y sin consuelo de Pedro, la prolongada tristeza de Jacob por la pérdida de su hijo José, la amargura de Nohemí, el llanto e incertidumbre de Jeremías, casos dentro de los cuales se destacan los siguientes:
a) ELIAS: Es quizás el principal referente Bíblico que llega a nuestra mente cuando pensamos en un caso de depresión. Este hombre vio muchos milagros y días antes de su depresión vio descender fuego del cielo, mató a muchos profetas falsos y logró que Dios respondiera su intenso clamor por lluvia. Lo sorpréndete del caso de Elías, es que el hecho de ser un profeta de Dios, no lo exoneró de sufrir la penumbra de la soledad y el temor. Esta situación tuvo origen en la amenaza de muerte que Jezabel le hizo llegar por un mensajero, lo que le llevó a sentirse en peligro y a huir al desierto con la idea de proteger su vida.
Los síntomas de la depresión de Elías son claros al encontrarse que buscó estar solo en el desierto y en una cueva, le pidió a Dios que le quitara la vida, pero al mismo tiempo temía perderla, pasó por largos periodos de sueño y de falta de apetito. En medio de esta tribulación Dios envió en dos ocasiones a un ángel para que lo levantara de su sueño, y le diese de comer y de beber, a través de ese mismo Ángel Dios le recordó a Elías que su historia aun no terminaba y que todavía le faltaba un largo camino por recorrer. La depresión de Elías no duró dos días, el estado anímico que lo inundó, lo agobió a lo menos dos meses hasta que tuvo un encuentro con Dios. En dicho encuentro, Dios no hizo presencia con palabras de consolación o de ánimo, sino de ubicación: ¿Qué haces aquí, Elías?, lo ubicó geográficamente, en propósito, y en identidad, le hizo caer encuentra que estaba literalmente metido en una cueva, que Dios no lo había mandado a estar en esta cueva, y finalmente le recordó su nombre “ēliyahū”, que significa “Mi dios es Yahvé”.
La revelación de Dios que sanó a Elías, no fue la de un Dios grande y poderoso que como el viento, un terremoto o el fuego estremece todo a su paso, fue la de un silbo apacible y delicado, fue el contraste entre el Dios que hace descender fuego del cielo, pero al mismo tiempo es comprensivo, compasivo y cuidadoso, que no le perdió la vista durante todo el tiempo oscuro al que la depresión lo llevó, que cuidó de sus necesidades físicas y materiales al proveer el sustento requerido, y que finalmente lo reorientó y confirmó en propósitos sin importar su condición.
b) JONAS: Dios le habló a Jonás para encomendarle la misión de proclamar su palabra en la ciudad de Nínive, pero al negarse a ello, pasó por diferentes dificultades que lo llevaron hasta resultar en el vientre de un gran pez, en el que clamó y Dios lo salvó. Finalmente Jonás obedeció al llevar el mensaje de salvación a Nínive, pero sucedió lo que él presentía y más temía, pues después de su predicación las personas se arrepintieron y Dios por tal motivo no envió la destrucción por él profetizada. El sentimiento de frustración llevó a Jonás a sentirse “apesadumbrado” en extremo, lo cual concluyó en un fuerte enojo. Jonás también le pidió a Dios que le quitara la vida, el hecho de que las cosas no salieran como él quería, lo llevó a pensar que lo mejor para él en ese momento era la muerte.
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