Leyendo la palabra de Dios. Parte 2-2
Story Highlights
- Que la lectura de la santa Palabra de Dios sea un manantial de constante gozo para tu corazón.
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Leer con Cuidado
Pongamos mucha atención a cada palabra. No pase por alto ningún detalle. Seamos buenos detectives y veamos lo que podemos descubrir. A veces nos perdemos lo que Dios tiene para nosotros, porque no logramos ver lo que está ante nuestros ojos. Seamos también cuidadosos en no permitir que nuestra mente empiece a divagar mientras leemos. (Para comprobar esto, siempre debemos preguntarnos, ¿qué es lo que acabo de leer?)
Leer Inquisitivamente
Cuando leemos la Biblia, hagamos preguntas como éstas: ¿Quién está hablando o quién es el autor? ¿A quiénes se escribió este pasaje o a quién se está dirigiendo el orador? ¿Cuáles son las ideas principales? ¿A quién se refieren los pronombres (“el”, “ella” “ellos” “tu” etc.)? Otras preguntas clave para dar con el significado del pasaje son las siguientes:
¿Hay algún mandamiento que obedecer?
¿Hay alguna promesa en la cual creer?
¿Hay algún buen ejemplo para seguir?
¿Hay algún pecado que evitar?
¿Aprendo algo acerca de Dios?
¿Aprendo algo acerca del hombre?
¿Hay algo por lo cual dar gracias al Señor?
Preguntas como éstas ayudarán a que el pasaje llegue a ser muy real. J.G. Mathieson cuenta de un niño que tenía la costumbre de asistir a la predicación del evangelio cada domingo en la tarde. Un día se vio impedido de asistir y decidió ir a su cuarto para leer la Biblia. Su madre estaba arriba atendiendo a los pequeños y no sabía lo que estaba haciendo su hijo. Se dio cuenta, sin embargo, de que estaba muy callado. Pensando que quizás estuviera haciendo alguna maldad, lo llamó, “¿Qué estás haciendo?” El contestó, “Estoy viendo a Jesús resucitando de los muertos a Lázaro.”
Estaba leyendo Juan capítulo 11. Estaba tan absorto en su lectura de la Biblia, que le parecía como si estuviera realmente viendo este gran milagro. Todo esta era muy real para él.
Leer con Amor
Piensa en una joven que está enamorada de su novio y que muchas millas la separan de él. ¿Cómo crees que leería ella sus cartas de amor? Tan pronto como llegara la carta, ella la abriría y la leería rápidamente con mucho interés. Luego la volvería a leer con más calma. Ella se fijaría en cada palabra. Meditaría con amor en cada frase pensando, “¿Por qué habrá dicho esto?” Incluso después de haber terminado de leer la carta, ella recordará mucho del contenido de la carta y seguiría pensando en ella durante el día.
Debemos leer la Biblia de esta manera. Y si lo piensas, ¿no es la Biblia una carta de amor de Dios para nosotros? (Lee 1 Juan capítulo4).
Leer con Oración
Depende del Espíritu Santo para que te enseñe. Adquiere la costumbre de orar antes de leer. El Salmo 119:18 es un buen ejemplo de tal oración. ¿Por qué es esto importante? Es el Señor quien da el entendimiento (2 Timoteo 2:7). Cuando hayas terminado tu tiempo de lectura, tu ejercicio espiritual recién comienza. Ahora tienes que poner en práctica la verdad de lo que has leído. J. Wilbur Chapman nos ha dado las siguientes sugerencias para sacar el máximo de provecho de la Palabra de Dios:
Estudia. Nunca comiences un día sin dominar un versículo de sus páginas.
Ora. Nunca dejes tu Biblia antes de que el versículo o pasaje que has estado estudiando haya llegado a formar parte de tu ser.
Anota. La verdad que Dios te enseña, anótala al margen de tu Biblia o en tu libreta.
Practica. La verdad que has recibido en la mañana, vívela durante el día.
Comparte. Trata de compartir con alguien lo que has aprendido.
Que la lectura de la santa Palabra de Dios sea un manantial de constante gozo para tu corazón.
Fuente: middletownbiblechurch.org
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